miércoles, 9 de enero de 2008

I LOVE THIS GAME

No me cuesta ponerme allí. Las 3 de la mañana, un viernes cualquiera. A decir verdad, casi cada viernes. Eran viernes extraños cuando uno no salía y era un niño friki que aguantaba hasta madrugada viendo estúpidos programas y películas -alguna escena porno que siempre animaba más la noche- hasta que llegaba el gran momento. La intro perfecta, capaz de meterte la tensión del partido en medio minuto, llevándote de casi estar dormitando en el sofá a sentarte a pie de pista.

Eran los "años negros" de la NBA. Los años de transición, cuando Jordan se quedó solo. Para mi fueron los mejores años. Todos sabíamos que iba a ganar Chicago, luego los Lakers, luego San Antonio. Pero era baloncesto por baloncesto. Largas temporadas regulares y cortos play-offs, mientras se retiraban los viejos y crecían los nuevos.


Soñaba con ser el nuevo Jason Williams, que durante un par de temporadas en Sacramento simbolizó a la perfección ese espíritu. Un jugador con un tiro más bien flojito, capaz de levantar a un campo 20 veces en cada partido. Nadie se preocupaba por el resultado cuando jugaba Chocolate Blanco.


También soñaba con ir a un partido de la NBA, pero con 14 o 15 uno empieza a saber que muchos sueños jamás se cumplirán. Que cosas que uno de estos "casos perdidos" se ha cumplido pocos años despues. La liga ha vuelto a ser competitiva -antes de que los Celtics quieran cargársela con los Big Three- y eso significa que muchos de los más de 1,200 partidos de liga regular tienen poquita emoción. Y ahora, sentado en el Staples Center sueño con aquel último tiro en suspensión -uno de tantos- de Jordan, jugón, de aquellos triples de Reggie Miller, cómo toca la guitarra, Melodía de Seducción en el Madison Square Garden, raza blanca tirador, los pases de Williams, bienvenidos al circo, aquel concurso de mates con Carter, McGrady y Francis. Con emoción o no, con competitividad o no, I love this game.

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